Para el “día siguiente”

Más allá de “ministras respondonas” otra de las frases del cardenal Juan Luis Cipriani, que hizo referencia al hecho de que ministras de Estado estarían presionando para el uso de la píldora del día siguiente; el tema es que muchas mujeres se ven en aprietos frente a algún error en el control de la natalidad, y se entiende que para esas emergencias debería ser la toma de este medicamento, y en casos de hechos de violación sexual.

El tema no sería complicado si tuviéramos la seguridad de que su uso sería realmente inmediato, minutos después de haber tenido intimidad de riesgo, en términos de tiempo. Lo que cuestiona la Iglesia católica es la posibilidad de que pueda ser consumida hasta dos y tres días después, cuando se entiende que una nueva vida ya está latiendo en el vientre de la mujer. Entonces el asunto sí que es polémico: es un abortivo o un anticonceptivo. ¿?

Y la polémica todavía se torna más gravitante si pensamos en muchas mujeres que han tenido experiencias traumáticas en el asumir sus responsabilidades maternales solas, abandonadas por sus parejas, débilmente atendidas y respaldadas por el Estado, y criticadas por una sociedad de apariencias, en muchos casos diciendo que no han sabido ser “mujeres” para retener al marido. Entonces la tentación de usar la píldora está latente al asumir o no un nuevo compromiso.

Frente a este debate pensamos que la postura más democrática sería dejar en plena libertad a las mujeres, previa información completa del fármaco, de elegir si lo usa o no, sobre todo como ha dicho la vicepresidenta Mercedes Aráoz, “cómo impedir a una mujer violada el derecho de usar la pastilla del día siguiente”. Y no le falta razón. Habría que hacer el esfuerzo de ponernos en el lugar de esa humana que tiene derecho a elegir su presente y futuro.

Un miembro de la Iglesia también ha salido a decir que si no quieren a los bebes que se lo entreguen a él. Suena doloroso para cualquier madre que se precie de serlo. Y entra también el derecho del niño por nacer y tenemos siempre la discusión que desde qué momento es un ser humano en potencia. Esto sin duda atrae un sentimiento de culpa en las mujeres, que se despeja al ser liberadas de una nueva responsabilidad de crianza que no podrán afrontar, sean solas o en pareja. Y también hablamos de una medida de control de la natalidad.

Finalmente, aunque es poco probable por explicaciones biológicas, valdría también apostar en promover, marketear la abstinencia y el correcto uso de los métodos anticonceptivos existentes (excepto la píldora mencionada). Así, al menos los que profesamos la cristiandad estaremos más en paz con nosotros mismos.