Panorama expectante

Mientras que un grupo que se resiste a moverse de la zona baja de Belén, otro, empezó a trasladarse hasta la “Nueva Ciudad Belén”, para ocupar las primeras viviendas construidas como un adelanto a la obra total por razones de la inundación y para ubicar a las familias que tenían ya que desocupar terrenos del Ejército y el espacio de la Villa Olímpica, cedida por la emergencia del año pasado.
Este primer grupo de familias será quienes experimenten la vida en la construcción que promete entregarles una infraestructura completa de una ciudadela, con servicios básicos, con instalaciones como mercado, colegios, plaza, parque, iglesia, comisaría, centro de salud, agua, desagüe y su planta de tratamiento de aguas residuales.
Así el panorama se muestra expectante para cualquier familia que aspira a un lugar digno donde vivir; sin embargo, lo que reclama el otro grupo que se niega al traslado y amenaza no hacerlo hasta las últimas consecuencias, es porque señalan que su centro de trabajo está en Belén, donde realizan actividades comerciales que es su modo de subsistencia ¿Qué haremos en la ciudad Belén? Se preguntan y responden, que nada.
Una respuesta tal vez apresurada si traemos a la memoria historias lejanas como la de Villa El Salvador, una zona desértica donde nadie imaginaba una vida próspera, pero la gran necesidad de las familias migrantes que estaban en Lima no tenían otra alternativa, y con esteras, sin luz, sin agua, sin servicios básicos, sin nada de infraestructura empezaron a construir su hogar comunal que hoy es un centro industrial.
Solamente como una mirada de que las oportunidades no las hacemos nosotros y que los retos nos deben conducir a cómo aprovechar y convertir en positivo lo que tenemos.
Se comprende el sentimiento de muchas familias, pero valgan verdades las condiciones insalubres y de gran peligro en diversos aspectos nos llevan a pensar que es lo mejor, en tanto y en cuanto el gobierno central cumpla con todo lo planeado para la Nueva Ciudad Belén. Y aquí tiene que darse un compromiso de las autoridades en respaldar que eso sea así.
Para empezar, el alcalde de la jurisdicción distrital de San Juan, que está en su zona y serán sus vecinos próximos, la Defensoría del Pueblo, el Gobierno Regional de Loreto, todos deberán estar pendientes de que se cumpla con lo planificado en bien de miles de personas que están confiando en el proyecto.