OJOS Y OÍDOS A LOS PUEBLOS INDIGENAS

No es broma el rebrote de hechos tan espeluznantes y reportes tan inaceptables en época de viva democracia, como el descuartizamiento de 4 comuneros Asháninkas a manos de extractores ilegales de madera. La brutalidad de los hechos ejecutados, de inmediato llegan a oídos de todos los seres humanos que poblamos este planeta.
Sin embargo la muerte lenta a la que están sometidos miles de hijos de los pueblos indígenas y no indígenas, no retumban en la conciencia de las personas que a diario realizan sus labores sin preocuparse de lo que viene pasando con el mal uso de los recursos naturales del país.
El planeta está siendo devastado por la tala ilegal de madera, la contaminación ambiental, la siembra exagerada de hoja de coca y la deforestación de bosques primarios. Todo ello «apadrinado» muchas veces por mafias de narcotraficantes, corruptos o individuos que dejan de lado cualquier escrúpulo frente a la manera fácil de ganar dinero rápido y en grandes cantidades, que luego les permitan fortalecer toda una cadena de servicios ilegales.
Se habla tanto de ser celosos guardianes de nuestros recursos naturales y de proteger a los centinelas de dichas riquezas sin embargo, miren nomás la indefensión en que estaban los Asháninkas, quienes ya habían reportado amenazas de muerte de parte de los extractores ilegales de madera.
Nadie los escuchó y todos lo lamentamos ahora. Resultó demasiado tarde para ellos y sus familiares que de golpe han sentido su ausencia eterna ocasionada por delincuentes que muchas veces son «apañados» por el Estado.
Ya es hora que todo ese oscuro panorama cambie y el gobierno sepa dar el exacto lugar y apoyo que les corresponde a los seres humanos diseminados en las zonas donde se encuentran los inmensos recursos naturales. Ya es hora.