Nueva esperanza

Ingresamos al cuarto mes del año con más bajas que altas. El tema político nacional, regional y de gobiernos locales, hasta ahora no son capaces de ofertar una política de gestión que marque un antes y un después, en referencia a gestiones pasadas. Para la población en una vista general es más de lo mismo.
Sin embargo, tenemos una capacidad increíble de aguante, de volver a creer, de depositar nuevamente nuestra confianza en todos los aspectos de la vida y más aún en la cotidianidad de la relación con nuestras autoridades. Todos los sectores estamos sentidos, pero cada inicio de mes se perfila una nueva esperanza.
Ello por lo menos en un significativo número de ciudadanos en Iquitos y en todo Loreto, pero también hay sectores que no quieren saber de nada y prefieren seguir con sus labores particulares y si de ligarse a las autoridades se trata, es por las obligaciones sea de arbitrios o de otra índole de trámites.
Y es que no solo las autoridades tienen la responsabilidad en esta especie de vida de sálvese quien pueda. Nosotros mismos, los habitantes de los pueblos de Loreto poco hacemos por el cambio de actitud, de pequeños actos que nos llevarán, no de la noche a la mañana, pero con seguridad en el paso de los años se verán los resultados. Tampoco podemos decir «veremos».
Una investigadora nos comentaba que los grandes cambios en las ciudades y países tienen como base protagónica a sus habitantes que hacen la fuerza social para que se marquen pautas de desarrollo de forma organizada y con proyección en el presente y hacia el futuro.
Educación, Salud y Alimentación los pilares que se anuncian, pero apenas se perfilan a ser lo más eficientes posibles. Se destinan recursos, eso es indudable, pero en alguna parte del proceso hay una falla que hace que los programas sociales, como en este caso, no sean tan exitosos como lo pensado.
Hay tantos planes que se plasman, que se anuncian bien, que se planifican bien, entonces? Qué está pasando para que lo que está escrito no se lleve a la práctica. Y que el principio de autoridad esté venido a menos con tantas denuncias de corrupción y que nosotros los ciudadanos nos ocupamos de nuestros asuntos privados, como si lo público no nos perteneciera. La esperanza sigue en pie.