Negocio forestal

La actividad de la madera en nuestra región Loreto viene de muchos años atrás, cuando la madera empezó a alcanzar niveles de exportación que atrajo la inversión local y de capitales de otros lugares del país, incluso externos. Ha sido y es un negocio que subsiste al boom económico del caucho, al ilícito  sembrío de la hoja coca, a la legal explotación del petróleo que actualmente pareciera expirar. La madera de nuestro bosque no ha perdido su atractivo.
Así, la explotación forestal apuntó su hacha a las especies de caoba y cedro, que llegó a extremos de casi desaparecerlo, pese a ello la importancia del negocio de la madera se ha mantenido por el reemplazo con nuevas especies tan valiosas como las mencionadas. Actualmente existe un abanico de posibilidades de comercialización dependiendo del interés del cliente sea interno o externo.
Hace poco hubo todo un gran tema en cuanto a la extracción maderera, con paralizaciones y protestas callejeras incluidas, por la exigencia de que se formalicen los que trabajan en este rubro. Este negocio hace mucho tiempo que también involucró a las comunidades indígenas, varias de ellas como propietarias de sus tierras negociando con empresarios generalmente de Iquitos.
Pero algo feo se viene cocinando desde que se echó el ojo a las comunidades rurales e indígenas, especialmente estas últimas, en el negocio de la extracción de la madera. Y es que estas por desconocimiento de la ley y los procedimientos se han visto estafadas por ciertos empresarios madereros. Empezando por la valorización del producto maderero y hasta en la forma del pago por la madera sacada.
Sobre estas formas de cancelarles, aparte de muchos rumores, fuimos testigos en la frontera del río Putumayo de cómo humildes pobladores indígenas estaban a punto de ser estafados por la madera que había extraído y entregado a una empresa, cuyo representante les estaba «haciendo una jugada en la transferencia bancaria».
Específicamente el hecho se consignó en la localidad de El Estrecho, hasta donde acudieron este grupo de peruanos luego de viajar en bote varios días, porque les habían indicado que el dinero ya estaba depositado en la agencia del Banco de la Nación. Pero, no podían cobrar el dinero. Vaya sorpresa, tenían que hacerlo en Iquitos. Se dio una figura increíble en la forma del depósito. Felizmente hubo una solución por intervención de una comitiva de autoridades judiciales que llegaron al lugar.
El asunto fue que los indígenas ya estaban como cinco días en El Estrecho sin poder cobrar, pasando hambre e incertidumbre. Por ello nos parece vital que deben darse capacitaciones a quienes se involucran en este negocio desde las comunidades indígenas. El OSINFOR ha empezado con capacitaciones para que conozcan la ley forestal. Muy Bien. Esto debería complementarse con el conocimiento de la transacción comercial.