MUCHO DINERO, POCA VIDA

Por: José Álvarez Alonso

Vino por Iquitos para pasar unos días, y se quedó un mes. Kay, mi joven amigo suizo, está haciendo un tour por varios países de Sudamérica, antes de iniciar sus estudios universitarios en su país natal. Primero estuvo en Cusco, donde vive desde hace muchos años una tía que impulsa un proyecto educativo especial. Cusco le gustó muchísimo, me dice, pero Iquitos más. Conversando con él comprendo un poco más las razones por las que la prestigiosa guía de viajes Lonely Planet ha seleccionado a Iquitos, por segundo año consecutivo, como una de las 10 ciudades del Mundo recomendadas para ser visitadas este año. Y parece que no es sólo por el Amazonas y la selva, que son sin duda parte de sus atractivos (Iquitos es la única ciudad grande del Mundo sin conexión vial con un sistema nacional de carreteras).

 

«Me encanta Suramérica», me dice Kay, «pero especialmente Iquitos. Es tan diferente a Europa… La verdad es que no sé exactamente por qué me gusta tanto, es un sentimiento, algo no racional.»

 

¿Qué es lo que más te gusta?, le pregunto.

«La forma de ser de la gente. Las personas son tan sociables, tan abiertas, alegres, tan extrovertidas… Saben disfrutar de la vida…»

 

¿No son así en Suiza?

«No. Allí son mucho más serios, introvertidos, incluso los jóvenes. Están demasiado preocupados por el dinero, sólo piensan en tener más cosas, casas más grandes, carros más grandes, televisores más grandes, y se olvidan de la vida. Se la pasan trabajando 50 años y no saben para qué, no saben vivir. La gente está muy sola, no sabe compartir y disfrutar con los otros. Mucho dinero, poca vida», resume.

 

¿Y aquí son diferentes, crees que no les preocupa la plata?

«No como a la gente de allá, aquí saben vivir mejor, y saben compartir su alegría con los otros.»

 

No todo es maravilloso en Iquitos, sin embargo. Le pregunto qué es lo que más le desagrada de esta ciudad.

«Definitivamente el ruido y el caos en el tránsito. También he visto mucha basura por el barrio de Belén y en la orilla del río… Esto choca mucho a la gente que viene de Europa, tan ordenada, tan silenciosa y limpia. Si esto se arreglase, Iquitos sería una de las ciudades más maravillosas del Mundo, no cabe duda. Si pudiese tener algo de lo que le sobra a Suiza (orden, limpieza, trabajo, respeto por las normas) Iquitos sería el mejor lugar del mundo para vivir».

 

Cabe recordar que Suiza es uno de los países más admirados del Mundo. Para ensalzar a algunos países prósperos los califican como Suiza: «Uruguay, la Suiza de Suramérica», por ejemplo. Suiza es famosa por la responsabilidad cívica de la gente: casi no hay delincuencia, la gente respeta escrupulosamente los derechos de los otros, incluso denuncian a quienes creen que están violando cualquier norma, por pequeña que sea: es sabido que si alguien lo ve a uno botando una colilla en la calle, lo denunciará al policía más próximo. Pero si bien en cuanto a organización, orden, eficiencia y emprendimiento los suizos son admirables, hay aspectos que no lo son tanto.

 

Como me confiesa Kay, el excesivo respeto a la individualidad tiene sus costos: la gente está muy sola, más del 60% de las personas adultas en ciudades grandes como Ginebra, Berna o Zúrich viven solas, en apartamentos individuales, y apenas se reúnen con amigos una vez a la semana para comer, ir al cine o tomar unos tragos. Esto sería inconcebible para un iquiteño o para un latinoamericano.

 

El cultivo de la amistad y de las relaciones familiares es uno de los rasgos de los latinos, y más aún de los amazónicos; es algo que nos debe enorgullecer y que debemos cuidar. En Lima, los sectores más acomodados ya comienzan a parecerse a Suiza: muy ordenados y respetuosos de las normas, pero muy solos. Una amiga limeña me comentaba hace poco: vivo años en un bloque de apartamentos, y no conozco a ninguno de mis vecinos, más que de verlos y decirles buenos días en el ascensor…

 

Lo que me cuenta Kay me recuerda a lo que presencié en Baton Rouge, la capital de Louisiana, donde viví por dos años. Un amigo de origen español pero criado en Australia, y por tanto con el inglés como su primer idioma, profesor en la universidad y casado con una norteamericana, me pidió una vez hacer de «baby sitter» (cuidador) con sus hijos un sábado en la noche. Estaba feliz porque por primera vez en los 15 años que vivía en esa ciudad, una familia sureña le había invitado con su esposa a una fiesta tradicional. Y eso que dicen que en el norte de Estados Unidos todavía es peor… Esto definitivamente sería inconcebible en Iquitos: Kay, a los dos días de llegar a esta ciudad, ya había hecho amigos y era invitado a sus casas regularmente, algo normal para nosotros pero poco común en sociedades como la suiza o la norteamericana.

 

Kay piensa acabar sus estudios en Suiza y volver a viajar por Suramérica y, por supuesto, planea volver a Iquitos. No me extrañaría que se quedase a vivir por acá (de hecho, me confesó que le gustaría), si para esas alturas, como esperamos, algún alcalde con un poco de visión lidere el ordenamiento de ésta cada vez más caótica, violenta y ruidosa, pero también entrañable y hospitalaria ciudad. No cabe duda de que Iquitos tiene un enorme potencial turístico, por su ubicación y por su maravillosa gente, pero no es aprovechado adecuadamente por el descuido de sus autoridades.