Mensaje al vacío

editorialCada año que pasa nos preguntamos  dónde más apuntará en los próximos decenios el significado de la Navidad, que viene de natividad, del nacimiento del niño Dios, y por consiguiente del mensaje de paz y amor que trajo a la tierra y que ha quedado escrito en los libros de los apóstoles. Una fiesta de la cristiandad que les ha ido de las manos a los propios creyentes. Al punto que se llega a decir que cada cual celebra como mejor le parece y de acuerdo a su conciencia. Para nosotros en Iquitos, desde que tenemos uso de conciencia, los de base 20, 30, 40, 50, y 70, la Navidad es el día que la familia se sienta alrededor de la mesa a compartir una comida, un brindis, deseos de felicidad, ir a misa, al culto o a la celebración cristiana que reconozca. Se habla de amor, de caridad (ojo que no es lo mismo), se habla de regalos y se habla de reventar “cohetones” y otros fuegos artificiales, que también ya han sido regulados para evitar accidentes.

Todos hablamos del espíritu de la Navidad y las Iglesias que recuerdan el nacimiento de Jesús se esmeran por hacer que ese mensaje llegue con su más franco sentimiento. Mientras que también otros resaltan que también estas fiestas nos recuerdan que todos somos iguales ante Dios, ante las leyes del ser Supremo, y en las leyes terrenales también se habla de igualdad. Esta palabra que muchos peruanos, en estos días vienen cuestionando por la gran desigualdad en el tema de los aguinaldos entre los congresistas y los trabajadores del Estado, esa diferencia monetaria abismal. Tanto así que muchos se preguntan qué pasaría si los empleados públicos recibieran una suma mayor y los parlamentarios una muy menor.

Seguro que generarían un proyecto de ley que lo modifique en nombre de la igualdad de todos los que sirven al Estado. Pero, como la balanza se inclina tremendamente a favor de los padres de la patria, no pasa nada, simplemente hay total mutismo, es que no hay forma de explicar semejante desigualdad, claro, se dice que es una normativa, pero, son ellos quienes las aprueban, las modifican y las desaprueban. En ese contexto de la realidad de ingresos en el país, es muy difícil convencernos que estamos en el camino correcto de la igualdad ante la ley terrenal, la ley del país, aunque aspiramos a que esto sí sea así. Y es que el mensaje Divino nos habla de esperanza, y eso es lo último que perderemos mientras haya vida y posibilidades de cambios.