Luces y sombras sobre la Amazonía

Por: Hno. Paul McAuley.

Viernes y sábado 22 y 23 de Octubre, en las instalaciones del IIAP, se realizó una audiencia pública sobre la propuesta ley forestal y de fauna silvestre. Creo que los que asistieron han visto -dentro de los límites de las costumbres en este tipo de encuentro- una apertura de escucha notable de parte de los funcionarios de la Comisión Agraria.

El texto introductorio del Sr. Huerta, alertó sobre los graves problemas que afronta la Amazonía y el medio ambiente. Existió una tolerancia notable para discursos de los participantes que -a menudo- fueron mucho más allá que la materia de la propuesta ley. Y, de verdad, nuestra reflexión tiene que ir mucho más allá que del texto propuesto.

En general hubo una expresión de rechazo de la propuesta ley, sea por razones de reclamos empresariales, de injusticias sociales institucionalizadas o por los probables daños al ecosistema de la Amazonía.

El mensaje, desde la audiencia (con muy limitada presencia indígena o ribereña) era «no creemos en esta ley actual y sospechamos de intereses muy particulares que lo promuevan». Repito: es saludable la apertura y actitud de los funcionarios de la Comisión presentes en estas sesiones. En eso podemos ver «las luces» de esperanza en gente sincera cumpliendo su deber democrático y profesional.

Pero mientras avanzaba esta audiencia, un titular en el diario «La República» anunciaba que de todas maneras  «en esta legislatura» será aprobada la propuesta ley forestal.

Más tarde -del día sábado- recibimos información que no sólo la ley propuesta está en camino a aprobación, sino que ya tiene fecha de nacimiento: el 10 de Noviembre. Y peor aún, ya está bien avanzado el reglamento de la ley.

Así que el diálogo sincero y abierto de los días 22 y 23 en Iquitos, sirve para nada en lo que es el avance de la ley y su reglamentación. Allí las sombras.

Y allí recordé uno de los principios del psicoanalista Carl Rogers: «The facts are friendly» = «los hechos son amigables, o los hechos deben ser asumidos sin rechazo. No corramos de los hechos.»  Entonces, con sangre fría, aceptemos la realidad que nos anuncia que la ley tiene fecha de nacimiento y su reglamento está en camino sin poder tener en cuenta -probablemente- los aportes de las audiencias, del GOREL, de la sociedad civil, de las comunidades ribereñas e indígenas.

Yo creo que los técnicos, los funcionarios de la Comisión del Congreso tienen la intención de ser fieles a los aportes de las audiencias. Pero parece (ojalá que esté equivocado) que existe ya una intencionalidad que desde que llegue la Ley al Congreso y (peor) al Ejecutivo, se asegurará las garantías de las grandes intereses que están tras de la ley. Allí la sombra, la amenaza.

Y esa sombra no es superficial. Esa sombra es anuncio de muerte  del ecosistema amazónico tal como lo conocemos, de un bosque rico en diversidad de especies forestales, agrícola, de fauna e insectos.

El enfoque de esta ley no es de vida, de sostenibilidad y menos de participación de la población local o de la justicia social.

Este proyecto ley está arraigada en el actual modelo económico que tiene sus amos, sus favorecidos. Profético resulta el texto de la Iglesia de América Latina de año 2007 en «Aparecida»:

«queremos insistir que en las intervenciones sobre los recursos naturales no predominen los intereses de grupos económicos  que arrasan irracionalmente  las fuentes de vida, en perjuicio de naciones enteras y de la misma humanidad.» (Aparecida 471)

«Los hechos son amigables, no huyamos de los hechos dice el psicoanalista Carl Rogers. Entonces, aceptemos que así está la situación. Estamos frente a diferentes miradas sobre los recursos naturales de la Amazonia Peruana. Hay distintas miradas que se diferencian profundamente la una de la otra. No corramos de los hechos. Así están las cosas. La mirada industrial de agro-combustibles tiene poca simpatía para la espiritualidad tradicional de las naciones amazónicas. Y tiene todo el poder para imponerse a momento de fabricar una ley.

Entonces ¿qué les queda al ecosistema, a las comunidades ribereñas e indígenas?,  sólo quedarse  «al margen» de la ley, o en contra de la ley?

Pero que no queden sin esperanza. «Lo últimos serán los primeros. Los humildes serán enaltecidos». De hecho estamos frente a una lucha espiritual y aún hay mucho por hacer para fortalecer la potencia, la capacidad espiritual de las comunidades.

El espíritu del bosque, los espíritus del ecosistema están con nosotros. No perdamos esperanza, porque el ecosistema de la Amazonía depende de nuestra esperanza y de nuestra inteligencia. ¡Que VIVA la Amazonía!.