Loretanos afectados por la inundación

Por: Mag. Luis Enrique Navarro Silva

 

Mientras unos acampan en las avenidas, otros están proyectándose para el siguiente invierno desde sus casas debidamente adecuadas para los tiempos de creciente.

 

 

Antes de creer en que nuestras autoridades puedan ser capaces de albergar a tantos damnificados y socorrerlos  edificando o apoyándolos en la construcción de sus puentes, en proporcionarles víveres para las ollas comunes de más de 400 damnificados que ahora tenemos y, que incluso, se habló de donarles tablas  para edificar sus sobre pisos, tenemos que hacer un alto y poner las cosas sobre la mesa.

 

1º Unirnos pueblo, autoridades y trabajadores  dignos de la prensa con visión para esclarecer  qué es zona rural y qué es zona urbana.

 

2º Establecer cláusulas para favorecer a los que deciden ir a vivir en la zona rural, zona de frontera, zonas inundables, pero principalmente esclarecer  que como loretanos no podemos todos  beneficiarnos  de los escasos espacios altos que no se inundan, porque más del 80% de nuestro territorio especialmente año tras año sufre  las inundaciones que,  dicho sea de paso, ya nuestros antepasados  han sabido sopesar los inconvenientes de los alagamientos.

 

Existe, pues,  demasiados prejuicios en los jóvenes y adultos paisanos  loretanos e incluso foráneos que quedaron a vivir  Estos son los siguientes prejuicios:

 

–           Casas sobre balsas es sinónimo de pobreza y que porque no tienen dinero es que no tienen horcones esas casas.

 

–           Personas en lugares inundables son personas ignorantes y de poco criterio.

 

–           Creer que vivir en  zonas inundables significa frustración, pobreza y envejecimiento prematuro.

 

–           Creer  que vivir en la ciudad significa progreso o superación.

 

Entonces habría que hablar de los prejuicios. ¿Qué es un prejuicio? Es asegurar un conocimiento sin haberlo vivido. Ejemplo: El loretano suele decir: — «Yo ni loco para ir al Cusco o  a Puno porque eso significaría  morirse de frío.»  Sin embargo, existen fechas para  visitar esos lugares y eso es lo que muchos no saben.

 

Quiere decir que los prejuicios se dan por falta de una información completa. Entonces, el loretano debe saber que justo después de cada prejuicio existe una gran verdad  y muy alentadora.

 

El más millonario de Loreto de los años anteriores, señor Hilter Paredes, sacó provecho de los lugares bajos sembrando grandes extensiones de arroz. La gran población loretana que tiene a sus hijos estudiando en las grandes y mejores universidades en Lima u otros lugares del Perú, incluso en Universidades Particulares son descendientes  de la primera o de la segunda generación de personas que han amasado fortuna desde los lugares inundables.

 

Si se hiciera un censo de las familias más acaudaladas en Loreto que garantizan  mayor preparación  de sus hijos para constituirse  en buenos profesionales son procedentes también de las zonas inundables. Esto significa que habría que reestructurar nuestra política loretana.

 

Nuestros jóvenes  no deben alarmarse  de estos panoramas que vivimos en tiempos de inundación porque esto ya sucedió en años anteriores y no por eso las personas han corrido de los lugares inundables.

 

Tenemos riquezas que aprovechar de los tiempos de creciente como son: la pesca abundante, consecuencia de los mijanos; la producción de animales, a consecuencia de una buena vegetación luego de las crecientes.

 

Más bien los jóvenes  debieran ir percibiendo de cerca las experiencias extraordinarias de cómo sobrepasar las crecientes con los animales sobre balsas. Balsas que pueden ser de topas, de bidones, de  galoneras o de tablillas tejidas con calaminas que permiten estabilizar los pisos e incluso con adecuaciones de nidos para que la reproducción no se vea afectada.

 

Con el conocimiento de cuáles son las maderas que rebalsan se puede tener y lograr un espacioso lugar  donde transitar, como se puede ver en el lago Titicaca.

 

Desde aquí hago un llamado a todas las autoridades a fin de que sus técnicos evalúen esta realidad y desde allí presenten proyectos para estos lugares inundables que, en mi entender, es la gran riqueza que tenemos y los vemos como calamidad.