Libros a salvo

Estábamos atentos al amago de incendio en la calle Arica cuadra 8, cuando simultáneamente ocurría el incendio en la calle Putumayo tercer cuadra. Y de pronto nos dijeron que el fuego amenazaba expandirse hasta el local del Centro de Estudios Teológicos de la Amazonía – CETA.
Y en milésimas de segundos a nuestra mente vino la imagen de los estantes con decenas de libros en la sala de espera del padre Joaquín García Sánchez, y la gran cantidad de objetos artísticos-culturales que se ubican a modo de adornos en su oficina. Además de otros valiosos documentos históricos sobre la vida cultural de Iquitos y la Amazonía en general.
Y es que con el fuego y el agua no se puede predecir en determinados hechos como un siniestro o una inundación, la magnitud del daño que podrían ocasionar. El local que encierra mucha cultura de Loreto se salvó de las llamas y por ende nuestra memoria reciente pasada, también.
Como sabemos, lamentablemente el padre Joaquín García, ya no está en nuestra ciudad y quizás no vuelva más, porque está delicado de salud en España y sus familiares han decidido tenerlo allá para asistirle de la mejor manera, en esta etapa difícil que afronta en su vida.
Seguro le hubiera preocupado mucho ver cuán cerca estaba el fuego de las paredes de su oficina que colinda con el local que resultó quemado. Aunque conociéndolo, también hubiera esbozado una sonrisa de júbilo porque se salvaron las piezas culturales, la literatura amazónica, los documentos sobre investigaciones antropológicas, de los jesuitas y su relación con la selva peruana, del lenguaje amazónico y sus modismos, cuántas importantes joyas culturales, conserva.
También el patrimonio cultural que representan las casas siniestradas hubiera preocupado al padre Joaquín García Sánchez, pero tal vez lo hubiera consolado que las fachadas y otros accesorios de la época pasada que tienen un valor cultural, están como rescatables.
Cómo no mencionarlo cuando el lugar de largas jornadas de lecturas, de estudios y de análisis de la realidad, se daba en las cuatro paredes de su oficina, ese lugar del investigador amazónico que se liberó de convertirse en cenizas. Ese legado literario está bien cuidado donde está, nomás que un susto nos dio. Vale, poder volver a echar una mirada a los ejemplares y elegir uno para nuestra lectura. El CETA nos lo agradecerá por el esfuerzo que significó editarlos para nutrirnos de conocimientos.