LAS PROTESTAS POPULARES NO SURGEN DE LA IGNORANCIA, VIENEN DE LA DESCONFIANZA.

Por: Luís Roldán Ríos Córdova                  rioscordova2010@hotmail.com

 

A propósito de Bagua ayer y ahora Conga.   El asunto en esta olla está a punto de hervir, la leña es la desconfianza, el gobierno no puede sentar el principio de autoridad sin poner mano dura, interpretado como autoritarismo en una democracia donde todavía no se la practica en su mejor concepto. Claro, nuestra democracia no está para consensos ni acuerdos porque la población no confía en el Estado, más aún cuando el mismo gobierno se encarga de demostrar su precariedad.

 

El Estado necesita una población que confíe en su gobierno. ¿De dónde la sacamos?   Las protestas no surgen de la ignorancia, vienen de la desconfianza sembrada por los acuerdos de gobernabilidad que nunca funciona para la mayoría. El problema hace mucho que se ubica en el contexto histórico: Mientras las riquezas del subsuelo es para todos los peruanos, de Lima; la contaminación del ambiente y la pobreza es para todos los peruanos de provincias.

 

El cambio de medio gabinete a poco tiempo de comenzar su caminata es indicador de que este gobierno no tiene camino para andar, está improvisando trochas. No puede ser fuerte una democracia cuyo presidente ha llegado al poder cambiando de discurso al compás de los necesidades de votos, o la presión de los que gobiernan sin haber ganado las elecciones, si pues, nadie gobierna para los pobres sin tocar los intereses de los ricos, de ahí que ningún gobernante puede sacarles ventaja sin respaldo popular.   El Estado tiene presencia en el medio rural para agredir campesinos y mineros pero está ausente para ofrecer cultura, salud y educación, situación que no brinda precisamente la confianza que el presidente necesita para gobernar. De ahí que el tradicional menosprecio al provinciano especialmente rural, está encontrando la horma de su zapato, hoy protesta por la salud de su medio ambiente que no cae bien  a los urbanos, tanto así, que los tildamos de ignorante al más puro concepto colonial.

 

El Presidente Ollanta que ha sido elegido para forjar un nuevo Perú para el cual se vislumbraba como el más indicado, resultó no ser el gobernante que respalda sus  principios, alimentando esa  desconfianza popular siempre latente y tradicional.

 

El problema es que el agua es para todos, el petróleo y el oro para algunos, y no podemos sacar ni el oro ni el petróleo de algunos sin ensuciar el agua de todos.

 

¿LOS POBRES NO ENTIENDEN?…… SÍ, ENTIENDEN.

 

No puedo afirmar que el pobre rural no quiere oro ni petróleo, no.

 

Sí necesitamos explotar el oro, agua, petróleo y todos los minerales. Pero, si Humala apuesta por el agua y la vida, tendrá el apoyo popular que necesita para viabilizar su gobierno hasta que ese mismo pueblo se le venga encima cuando no funciona su inclusión, sus reformas sociales y sus intenciones de compartir con equidad la riqueza por falta de  conciencia y de justicia del Estado.

 

Si va por el oro o el petróleo, lo va a aplaudir la derecha «sensata y sapiente» pero le caerá encima el mundo campesino, rural e indígena, a quienes combatirá poniéndose el polo rojo con bloqueo de cuentas, cambios de nombre de presidente a gobernador tal vez en un intento de debilitar más a nuestra escuálida descentralización y otras medidas que se esperaría más de un gobierno de facto que de uno democrático.

 

De modo que el presidente no podrá gobernar con éxito sin tener un fortalecido apoyo popular que respalde su representatividad mediante la presencia estatal en TODO el territorio, si quiere una población que confíe en su gobierno. Eso no existe, el pueblo saca lecciones de su historia, cada vez confía menos en su presidente y en el Estado y no por ignorancia como decimos los iluminatis urbanos, sino porque el crecimiento económico no llega a los bolsillos populares, su calidad de vida sigue igual de mal, su ambiente contaminado, la salud quebrantada y su educación entre las peores.

 

El patriotismo, el nacionalismo, al parecer, han sido cantos de sirena para embaucar a los electores de un gobierno que está dejando de ser el proyecto de la gran transformación para los muchos que han esperado tanto,… ¿o para los tontos que han esperado mucho?… En fin. Suerte que no tuvo el diáfano, purificado y querubínico gobierno de su Santísima Honestidad, Alan García Pérez, candidato favorito para ganar el premio nobel de la paz celestial del Banco Mundial y del FMI.

 

El Estado debe invertir más en gestión de relaciones comunitarias para el desarrollo social sin menospreciar al campesino, al indígena para evitar conflictos socio-ambientales que tienen un mayor costo económico y social.

 

¿Y las petroleras en Loreto?… Nada…. ¡Cuánta tarea tenemos por delante!