La segunda vuelta

  • Entre la apatía y el compromiso responsable:duo pimpi

A menos de un mes de la segunda vuelta, es pertinente dar una mirada al desenlace del proceso electoral 2016. «Pero tú eres un columnista de temas religiosos –me increpan algunos amigos– y no debes de estar ocupándote de la política». Les contesto: «Los bautizados que vivimos bajo una condición laical, tenemos la obligación moral no solo de opinar sobre la política, sino de participar activamente en ella». El problema es que terminamos creyendo que la política es sinónimo de corrupción y malas artes, y  que por lo tanto no apto para los que nos hacemos llamar «honorables».
La política, entendida como el arte de gobernar honestamente haciendo buen uso de la cosa pública en orden a  buscar el bien común, es la mejor manera de construir un mundo nuevo según el cristianismo. En esa línea de acción, permítanme amables lectores compartir una mirada de compromiso responsable frente a este balotaje del próximo 05 de junio.
Cuentan que cierto día, un político en campaña llegó a un poblado lejano, y en su discurso de orden ofreció construir un puente para que los habitantes puedan cruzar el gran rio que los divide. Los pobladores sorprendidos, le aclararon al desubicado candidato que en ese pueblo no había ningún rio; a lo que el político contestó: «entonces, haremos que el rio cruce por este pueblo». Aplausos.
Tradicionalmente, los políticos en campaña han tenido problemas de acercamiento a la población. El «puente» simboliza la demagogia a que nos tienen acostumbrados en todas las lides electorales; el «puente» simboliza también el total desconocimiento de la realidad que pisan. El ofrecimiento del «río que cruzaría de todas maneras» simboliza la terquedad, la imposición, el autoritarismo con que pretenden gobernar, de espaldas a las verdaderas necesidades de la población.
Si a la demagogia y a la imposición le añadimos la falta de coherencia entre el discurso y los hechos, la obsesión desordenada por el poder y le agregamos aún la falta de transparencia en sus gastos de campaña, el panorama se pone color de hormiga.
La segunda vuelta entre la Señora Keiko Fujimori y el señor Pedro Pablo Kuczynski pensábamos ingenuamente que sería muy distinta a la primera, y que ahora sí se impondría una campaña  con propuestas y debates alturados. Por lo que vemos y leemos, los dos candidatos insisten en demostrarnos que tienen el mejor equipo para embarrar al otro y que tienen los mejores voceros para el palabreo demagógico.
Todos los analistas coinciden que nuestros dos candidatos, deberían de liderar un debate con propuestas concretas sobre el qué y el cómo de la solución de nuestra complicada problemática nacional. ¿Pedimos mandarinas al papayal?
Frente a este panorama nada alentador, la población electoral se enfrena a dos disyuntivas peligrosas: O exigimos a los candidatos y sus equipos para que pongan lo mejor de sí para hacer decencia y docencia política u optamos por la indiferencia y la apatía. Los dos candidatos están mostrando peligrosamente una falta de interés por su propia campaña, y sus estrategias son movimientos muy mecánicos, y tal parece que ganará el candidato o candidata que menos errores cometa.
Seria lamentable que los electores caigamos en una peligrosa apatía e incertidumbre por los destinos de nuestra patria, y estemos pensando en la no asistencia al escrutinio, votar en blanco o viciar el voto. El pueblo soberano ha decidido en la primera vuelta, nos guste o no, el pase de dos candidatos de derecha para que se disputen el sillón de Pizarro. Es hora de pensar con la cabeza fría y el corazón apasionado, sobre el devenir de nuestra patria y exigir a nuestros dos candidatos que se pongan a la altura de las circunstancias actuales.
Que el Señor de la historia, que acompaña a todos los pueblos en sus proceso de liberación integral hacia estadios sociales más evolucionados, nos ilumine en estos momentos decisivos para nuestra patria y nos dé la perseverancia y vigilancia necesaria para exigir a nuestros candidatos: cero corrupción, no a la tentación del poder absoluto, no a la tolerancia de la pobreza y nunca más un estado de espaldas al pueblo.
Que Dios nos acompañe en esta cruzada ciudadana. Amén.