LA CULTURA TRIBUTARIA Y LA CIUDADANIA.

Es indudable. Existen en el mundo y especialmente en el Perú evasores de impuestos. Muchas razones invitan a los individuos a convertirse en trasgresores de las normas de recolección de aportaciones para los gobiernos central, regional o local. Sería largo enumerar y analizar estos, que van desde la estructura genética hasta lavados de activos no sólo de los narcotraficantes y sus testaferros, sino de aquellos malos administradores del Estado.

La pregunta que en general se hace el ciudadano común y corriente y que sirve como justificación para no pagar sus impuestos en los diferentes niveles es: ¿qué hacen con mi dinero que pago a la municipalidad X, o al ente recolector? Y por supuesto, viene la respuesta de uno de ellos o de un conjunto de personas: miren la basura arrumada en las esquinas, en la puerta de nuestras casas; no hay seguridad ciudadana; las calles sucias; nos quitan energía eléctrica cuando les da la gana; no tenemos agua potable las 24 horas y no sube hasta la quinta planta; las calles llenas de huecos como trampas mortales; un tránsito terrestre desordenado, peligroso y contaminante; coimas en los diferentes niveles de los entes estatales para obtener tal o cual documento; falta de información sobre ciencia e investigación y de los proyectos de desarrollo y productivos; es decir, expresan, para mí, con toda razón,  respuestas que justifican su indignación ante un acto que ellos consideran los están birlando.

Ahora para reclamar estos “errores” de los que viven con nuestros impuestos, es otra larga cadena burocrática, tienes que contratar abogado, pagar no sé qué tasa más, te hacen firmar documentos y al final te dejan solo contra la empresa, que de alguna manera va a tomar represalias. Y, puedes esperar un siglo y  tu reclamo se va de un sitio a otro y al final gastas más y encima, el grupo dominante te puede denunciar.

Eso es la percepción de la mayoría de la gente: ¿para qué pagar impuestos si todo se lo tiran en burocracia y en no servir a la población? Eso no justifica la evasión de impuestos, pero, ¿qué hace entonces el ciudadano estafado durante años por los malos servicios? En la mayoría de los casos nada, lo pepean constantemente con la rutina de los comunicados y amodorrado y cansado se rinde ante el sistema de los que viven de nuestros impuestos.

En radio programas del Perú, escuchamos que se va a iniciar un curso en Lima, sobre cultura tributaria, dirigido a profesores y a la vez estos para que multipliquen lo que han preparado los expertos. Estoy seguro que tendría mayor eficacia y eficiencia este curso y muchos mensajes más de los entes recolectores de impuestos, si es que se informa en qué se gastan lo que se recolecta por este rubro, invitar a las autoridades de los diferentes gobiernos, de las provincias, de los distritos, de otras localidades y que estos respondan las preguntas y más que todo con hechos: brindando buen servicio a la comunidad que paga. Voy a pagar por agua y desagüe y arreglo de calles, me dijo un día un vecino de las Palmas de San Juan Bautista, para qué, si esta calle parece la trocha que va de mi chacra donde mi comadre especialmente cuando voy a visitarla en la noche, varias veces ya me he resbalado, y, cuando llueve tenemos que andar en canoa o en patines especiales para el barro, ¿para qué voy a pagar, si a cada rato me quitan agua? ¿para qué voy a pagar por el desagüe, si ya varias veces me caí en esos tremendos huecos? Si no se responde con obras y servicios buenos a estos ciudadanos, que son miles, no se va a cambiar la cultura tributaria. Den el ejemplo y todo vendrá por añadidura. Recuerden que lo que pagamos como impuestos no es para el aljovin de los que gerencian los templos partidarios.