IQUITOS, ¿CIUDAD PAGANA?

Por: Juan Manuel Del Águila Cárdenas.   E-MAIL :  jm3572@gmail.com

Este título no tiene como fin agredir la dignidad de los Loretanos, muy por el contrario, busca mover la conciencia colectiva, a fin de evitar que nuestra sociedad termine colapsando en su propia ignominia.

Digo esto, porque más allá que nuestra ciudad haya crecido de manera vertiginosa, producto entre otras cosas de algunos aciertos de gestiones municipales y regionales que han gobernado nuestra ciudad hasta la fecha, también es cierto que este crecimiento ha sido totalmente desordenado, producto de políticas improvisadas y del poco criterio de inversión pública que se ha observado.

Cuando hablo del poco criterio de inversión pública, no pretendo poner en tela de juicio las obras desarrolladas hasta el momento y que han derivado en calles asfaltadas, alcantarillados, construcción de postas medicas, etc., sino que la mayor parte del presupuesto a nivel de Municipalidades, Gobierno Regional y Nacional, se ha invertido en fierro y cemento; mas no en la persona, pues no se ha tomado el suficiente interés en dotar a nuestros hermanos loretanos de capacidades que les permitan no sólo mejorar su nivel de vida, sino también su nivel cultural e intelectual.

Esto se puede observar a diario, pues la cultura combi, chicha o como se la quiera llamar,  ha recalado con fuerza en nuestra ciudad, prueba de ello es el bajísimo nivel intelectual de la mayoría de nuestra población, lo cual no lo digo yo, sino que está reflejado en datos oficiales del Ministerio de Educación y que se traducen en la alienación y comportamiento diario de parte de nuestra gente.

Nuestras autoridades deben comprender que para desarrollar Loreto, es imprescindible y necesario elevar el nivel cultural e intelectual del poblador loretano,  y eso pasa por generar una fuerte inversión en esta área, que si bien es cierto podría no traer réditos políticos a la autoridad que decida esta inversión, pero sí estoy seguro que a mediano plazo se verían los resultados.

En principio, deberíamos hacer entender a nuestra población que el progreso pasa por la superación personal, que la superación personal pasa por el esfuerzo y no por el facilismo, y que, si bien es cierto, ser reconocidos como una de las ciudades más alegres del país, en sí no es negativo, si lo es que nuestra población y principalmente nuestros jóvenes crean que es una obligación ir a fiestas sociales casi todos los días y que es más varoncito o más mujercita aquel que puede zamparse varias cajas de cerveza sin que se le mueva un pelo y parar de juerga en juerga como si fuere la conducta más apropiada.

Esta cultura de jolgorio y desenfreno instalada en nuestra sociedad, es totalmente negativa y destructiva, pues  pretender que nuestros jóvenes ocupen su tiempo yendo al teatro a ver una buena obra o que participen en tareas de investigación o de lectura en bibliotecas, es a la fecha todavía una utopía, dado a que no contamos con infraestructura adecuada y menos aún con equipamiento.

Tengo la suerte de poder tener a mis hijas en dos de los mejores colegios de nuestra ciudad, donde la exigencia académica es bastante fuerte, sin embargo he podido comprobar que niños en edad y grado académico similar que estudian en colegios nacionales no llegan a desarrollar talentos que desarrollan niños en colegios privados. Esto evidentemente es un desbalance que es necesario corregir, empezando por elevar el nivel académico, personal e intelectual de nuestros maestros, que debería ir más allá de cursos como PRONACAF que, a mi modesto entender, no es más que una pérdida de tiempo, dado a que nuestros maestros no necesitan repasar conceptos elementales de matemáticas, historia o geografía, sino por el contrario lo que necesitan es leer (siendo modestos, tratando de llegar a niveles siquiera como los de Argentina o Colombia) y que esta lectura sea de carácter no sólo académico, sino también literario, unido esto  a un fuerte reforzamiento de su capacidad y formación personal. Para esto el Estado debería otorgar facilidades para que los docentes de cualquier  nivel, puedan acceder a Maestrías y Doctorados de carácter formal, con exigencia universitaria y no como repito cursitos o cursillos que sólo sirven para hacer perder el tiempo a nuestros docentes, dado a que el nivel de quienes dictan dichos cursos (salvo honrosas excepciones), es igual o casi igual de quienes los reciben.

Estos maestros son quienes tienen la delicada tarea de formar a nuestros niños y jóvenes, que a su vez deben tener la oportunidad de contar con docentes calificados, material e infraestructura adecuados, esta es una tarea ineludible para nuestros gobernantes. El gobierno regional podría empezar esta tarea firmando convenios con nuestras Universidades, creando de esta manera el mecanismo financiero adecuado que permita que nuestros docentes puedan acceder a maestrías y doctorados, lo que traería como resultado que se eleve el nivel intelectual de éstos y por consiguiente de sus alumnos y padres de familia.

Además, los gobiernos locales deben preocuparse por crear bibliotecas no soo físicas, sino también virtuales, así como promover la construcción de un teatro que reúna las condiciones necesarias para espectáculos del más alto nivel, diferentes a las fiestas sociales a las que nos tienen acostumbrados. Es necesario también crear circuitos o círculos de arte y cultura, porque el arte y la cultura no se desarrollan solos, sino que la sapiencia humana es su verdadero motor.

Quiero acotar que no pretendo enervar o disminuir el enorme legado cultural que tenemos, que también debe ser cultivado y perfeccionado, de tal manera que sea un verdadero motivo de orgullo para nuestra población, para esto se podría convocar a los artistas con que contamos y que sean ellos quienes tengan la tarea de sacar adelante proyectos de carácter cultural que deben ser debidamente financiados por los diferentes estamentos de gobierno o por el sector privado.

Un comentario sobre “IQUITOS, ¿CIUDAD PAGANA?

  1. Pides peras al olmo, amigo, cuando las autoridades hacen tal alarde de ignorancia. Shaluco, semianalfabeto y harragán de solemnidad, hábil solo para tramar sus coimas y insultar a quienes osaron cuestionar algunas de sus metidas de pata. Tu hermanito, el Malazo, tampoco que digamos que se lució en el campo de la promoción de la cultura, aunque hay que reconocer que su gestión fue bastante mejor que la de Shaluco. Pero concuerdo con usted en que es una vergüenza la frivolidad y la ignorancia de nuestra juventud, ambas muy relacionadas, y que las autoridades deberían hacer algo para remediarlo.

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