Fundación de un pueblo: José Carlos Mariátegui (II)

invasiones-de-terrenos

Por: Jorge Iván Rengifo García

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Sin embargo, bajo el sol ardiente del medio día, de repente una persona bastante joven estaba dentro del terreno y se acercaba a la mujer para hacerle tal vez algunas preguntas, no se sabe. Desde afuera, donde aún estaban todos los desalojados y los mismos  policías, asombrados y atónitos se preguntaban, quién es ese tipo, de dónde ha salido, qué hace allí, nadie le conocía. La doña del tambito también se sorprendió y viéndole acercarse a ella, le increpó creyendo que era policía de la PIP, diciéndole con  palabras entre soeces y llenas de rabia, qué quieres maldito, tú también vienes a sacarme, no te me acerques desgraciado, lárgate. El hombre le dijo, tranquila madre, calma tu rabia, no soy policía, tal vez pueda ayudarte. La mujer le retrucó aún más iracunda, lárgate perro de mier… hijo de…, mira lo que nos han hecho, ya casi entre lágrimas impotentes le dijo soy padre y madre de estas criaturas y cómo les podré cuidar y alimentar si no tengo una casa, retírate de aquí miserable, desgraciado, etc. etc.   Mientras seguía con sus imprecaciones, dos guardias ya se  habían acercado y uno de ellos dijo, oiga Ud. qué hace aquí, retírese inmediatamente. El hombre respondió: ustedes, desgraciados, miren qué han hecho con esta pobre gente, miren a esta humilde mujer y sus hijitos, no me voy a retirar y si son machos vengan a sacarme, carajo. Ah, respondieron, te crees macho, huevón, ahorita le avisamos al teniente, a ver si eres bacán. Ya se imaginan la reacción de la ‘madre coraje’, no podía creer lo que había escuchado de labios del joven, simplemente le pidió disculpas dándose cuenta que no era realmente policía y que estaba de su lado.

Entonces el oficial informado por sus subalternos ya se encontraba acierta distancia, desde donde dijo, Oiga  señor, venga, pero en un tono totalmente altanero como si estaría ordenando en su comisaría. El joven respondió, también con energía, si Ud. me necesita, venga. Nuevamente volvió a preguntar, quién es Ud. debe retirarse, es pariente de la señora?. Sí, le contestó, además le replicó, con orden de quién han venido a desalojar, tiene la orden de desalojo del juez, muéstreme los documentos, solo así me voy a retirar, y si me voy, quién va a cuidar de estas criaturas. El oficial respondió que él se haría cargo, mandando a comprar, al parecer, leche, gaseosa y panes.

Entonces, el joven se retiró hacia la calle siendo rodeado inmediatamente por los pobladores que habían observado el incidente con bastante interés y sorprendidos de su actitud. Nadie le conocía, ni él a ninguno de ellos, pero si les preguntó si querían volver a tomar esos terrenos abandonados, a lo que respondieron que sí; entonces les dijo, consigan un silbato o unas latas viejas y dentro de un momento cuando yo les dé la señal, en mancha volveremos a entrar, pero cada uno como gritando y con un buen garrote en las manos para que si los policías intentan oponerse, tengan algo de miedo porque son tan humanos como nosotros y saben tener miedo, no es posible que ni diez guardias les hayan dado miedo a ustedes que son más de 100 personas, de modo que estas tierras serán de ustedes si así lo deciden. La comisión que aún no regresa de la Prefectura presentará memoriales a las autoridades para que atienda esta justa demanda, en tanto no nos demuestren que estas tierras tienen dueño, y yo les aseguro que no tienen, o tal vez solo tienen concesiones dadas por Tierras de Montaña que ya no tienen ningún valor. Es decir, una pequeña información casi cierta para que tengan el valor de intentar otra vez la posesión del terreno.

Bien, como en todos estos hechos de masas, por lo general no faltan tíos, cochitos, que por ahí toman su chuchurrín para darse valor, luego de escuchar quizá atentamente las recomendaciones para el reingreso, dentro de un tiempecito cercano, el bendito hombre sopló su silbato y golpeando algunas latas incitó a la acción. Listo, no había más que hacer ni dar marcha atrás, inmediatamente el joven también con palo en mano y entre grito y grito como dirigiendo la acción se metieron al terreno ocupándolo nuevamente en su totalidad.

El oficial en un primer momento, trató de contener ese ingreso masivo,  blandió su pistola y hasta al parecer hizo algunos tiros al aire, pero tal vez comprendió que una turba enardecida es ciega y capaz de todo, por lo que optó por retirarse a trancos hasta un costado del terreno.
Ya un poco calmados los ánimos, el joven, que hasta entonces nadie sabía su nombre, planteó que traigan un  cuaderno, bolígrafo y una huincha (metro) y un par de asistentes para proceder a lotizar y entregar a cada uno su lote de terreno con la consigna de habitarla en el acto y que nadie regrese a donde estaban agregados, mientras en la afueras del terreno el iracundo jefezuelo y sus esbirros solo atinaban a mirar sin animarse a desalojar de nuevo porque habría comprendido tal vez que era imposible defender lo indefendible, optando por tomar las de ‘villadiego’. Era  aproximadamente las 4 de la tarde, la comisión de mujeres regresó sin ningún resultado. Así se fundó este pueblo joven y así apareció también un líder de los pobres y las  personas se quedaron definitivamente y a la fecha han pasado casi 40 años y todos fueron titulados.   (Continuará…)