Fronteras vivas

La frase es muy conocida, pero la realidad en que viven aquellos peruanos allá en la lejanía, es sumamente complicada. Antonio D`OnadíoLagrotte, recordado ex presidente del entonces combativo Frente Patriótico de Loreto, fue uno de los pocos loretanos que enarbolaron la bandera de hacer las fronteras vivas dotándolas de todos los servicios, proporcionando créditos agrarios y asistencia técnica   para que la población no tenga la necesidad de migrar a los países vecinos en busca de atención médica, medicinas y alimentos. Pero el Estado centralista, ilustre ignorante  de cómo se vive en la Amazonía, siempre se ha mostrado ajeno a implementar a nuestra gente con lo necesario para impulsar una verdadera política de desarrollo para construir su progreso.

 

A la presencia del grupo armado de las FARC, se suma el narcotráfico, que ha determinado que cientos de hectáreas del bosque ahora sean sembríos de coca y centros de producción de pasta básica y cocaína, lo que ha convertido a nuestra frontera en una zona sumamente peligrosa.

 

Entonces no se trata solamente de realizar  grandes operativos conjuntamente con las fuerzas policiales de Brasil y Colombia, sino de proporcionar las herramientas para que nuestra gente se ocupe de labores agrícolas lícitas. Hay posibilidades alternas sumamente rentables que podrían alejar a nuestros agricultores fronterizos del peligro que conlleva la siembra de coca por su ilegalidad.

 

El alcalde de Ramón Castilla, Julio Khan, y el consejero regional de esa provincia, Washington Rodríguez, han mostrado su preocupación por la ausencia del Estado en la vida de Caballo Cocha y sus pueblos aledaños, manifestando que los esfuerzos del gobierno regional por sacar adelante a esta provincia, deberáán apuntalarse aún más si es que queremos salir del marco de los pueblos signados por la violencia y el narcotráfico.

 

Las fronteras de la patria no deben ser meros hitos sembrados en una línea divisoria, sino, la presencia viva de peruanos trabajando la tierra con la protección y el amparo del Estado como una recompensa porque su presencia en esos predios lejanos, es una innegable actitud de patriotismo que debe ser premiada.