Entre bravos y bravucones

La huelga médica

pedro.portocarrero@unapiquitos.edu.pe

 

Como un submundo. En las riberas y villorrios, asentamientos humanos y barrios marginales prevalecen viejas carencias (sin servicios básicos ni acceso a servicios de salud y educación de calidad…, sobreviven) y, sin ser malo, en contrario, la tecnología de punta  llega rápido; se incrementa el consumismo, el uso del crédito… se rompe el equilibrio al tiempo de alentar la condición de «amarrado».  Metro, Saga, Vea… son más que mercados, estilos de vida…

 

La explosión demográfica es un concepto aceptado con renuencia; es menos incómodo referirnos al crecimiento poblacional en un contexto de país informal, de crecimiento sin equidad. Los indicadores de crecimiento y desarrollo no guardan coherencia proporcional. El Perú crece, pero no desarrolla. Le ocurre lo que a Margarito, como llaman a un emblemático paciente con disfunción hormonal. La Backus promocionó una cerveza «tamaño Margarito». No prosperó.

El crecimiento desordenado es un estigma patológico. El secular centralismo y otros fenómenos sociales (opciones, petróleo, reforma agraria, narcotráfico, terrorismo) alentaron la migración, desplazaron al hombre del campo a la ciudad haciendo mayor el crecimiento no planificado. En afirmación no compartida por muchos, el ministro del Interior sostiene que «la inseguridad ciudadana se ha incrementado por el crecimiento económico».

Con encomiable pujanza, un sector del  país logró que sus hijos colmen sus justas aspiraciones. Es el caso de los médicos, sin salto cualitativo asumen el nuevo escenario. No  responden a un legado de vieja prosapia que acaso permitía el ejercicio apostolar. Para el caso, en «La Universidad no es una Isla», LAS, destaca el decantamiento, menciona a Julio C. Tello entre otros.

«Después de Dios, mi médico», frase universal creada por los pacientes a través del tiempo, se mantiene  vigente. El gran Raphael, con devoción y eternas gracias, elogió al equipo médico que le salvó la vida; su público así lo reconoce. En nuestro medio,  Jorge Henderson,  «payasito» Waissman (no pregunten a los de PP),  los padres de las siamesas, el Perú de los cuatro suyos… son referentes válidos.

Ocurre en el  «país modelo de crecimiento». El trato al médico no condice con sus pertinencias ni valores. En función pública acusa, con Bolivia, la más baja remuneración del continente, muy debajo de nuestros vecinos Chile y Ecuador. Éste último con reservas y crecimiento significativamente menor que el Perú. Es el profesional que en el pregrado acumula el mayor creditaje como valor académico y hasta hace poco era la única profesión que desarrollaba segunda especialización escolarizada. A los militares que se gradúan, ¡y bien que sea así!, se les reconoce los 04 años de formación profesional; al médico, cuyo tiempo de formación demanda ocho años, no. Aun cuando lo  referencial es útil y la comparación enojosa, lo cierto es que subsisten grupos profesionales «especialmente calificados» en la función pública que están incursos en la «cédula viva», ¿el médico? ¡no!, está  en la AFP. Vaya si no es verdad, en el día a día la sociedad le impone un estatus sui géneris como regla de juego. El médico se ha proletarizado, no políticamente, sí económicamente. Como en el tango, /así aprendí que hay que fingir para vivir decentemente/.

El campo operativo del médico es asistencial, fundamentalmente. Atrás queda el riesgo de contagio, cumple su rol con vocación incuestionable y no pocas veces, en precarias condiciones laborales. El trabajo médico es devalorado en nuestro país.

El costo promedio de formación por cada médico es de 1’000,000 de soles.  En el último quinquenio, tan sólo de Iquitos, han «fugado» hacia el Brasil no menos de 120 médicos especialistas (el valor agregado del posgrado es otro costo). Qué paradoja, al momento el Perú requiere 2000 especialistas y, en versión de PPK, «fugan» 3,000 cada año…

El gabinete del diálogo (¿lo recuerdan?) patea el tablero al no honrar el  compromiso que asumió con los médicos el 2012.

Médico, cúrate a ti mismo. El presidente, en muestra de intolerancia, optando por la confrontación, llama bravuconada a la gesta gremial de probos y bravos médicos. ¡Bravuconada!  la de  Antauro en el Andahuaylazo, la de los no sé quién y los no sé cuántos en Locumba. «El levantamiento que encabezó Humala en  Locumba, el mismo día  que Montesinos fugaba por segunda vez en el yate Karisma -cosa que se conoció tiempo después- parece que no fue una coincidencia…» (Rospigliosi, La República, 11 de agosto 2013).

El Comercio, en su edición dominical del 04 pasado, destaca el comentario del almirante Gianpietri.  «el comandante Humala, aún no entiende la grandeza de ser presidente»

Una fórmula polinómica que tenga como factor el creditaje acumulado en los procesos formativos puede marcar el punto de partida de una nueva escala remunerativa en la función pública.

Al cierre de esta sencilla adhesión con los colegas del Minsa, una sentida digresión: la TV da cuenta que 03 importantes mandos terroristas han sido abatidos en un operativo combinado PNP-FFAA en el VRAE. Es un honor ser parte de la historia de la Policía Nacional del Perú. ¡Gloria y merecido homenaje a los valientes y también bravos policías, a las FFAA y sin mezquindad, al gobierno!