Embarazo escolar

La violencia sexual que antecede a un embarazo escolar se da con mayor continuidad en las instituciones educativas tanto de la zona urbana como de la zona rural, y con menor posibilidad de hacerse justicia en el último caso. Se conoce situaciones de adolescentes que han tenido que ser llevados por sus padres a otros lugares para evitarle un mayor sufrimiento frente a la incomprensión de una sociedad que apunta con el dedo juzgando.
En realidad para una menor de edad que se encuentre embarazada, siente que el mundo se le viene encima. A su corta edad y la falta de desarrollo físico y la no llegada de la madurez emocional para sumir la maternidad, hace que la vida de la misma se vuelva llena de muchos obstáculos y pocas oportunidades de salir adelante con apoyo para desarrollarse en los aspectos que la vida le pueda brindar, como continuar con la preparación académica básica.
Eso por una parte, pero lo inmediato, en cuanto los padres o los profesores se hayan percatado de que la niña o adolescente está gestando, surgen otras situaciones dramáticas que han ocurrido en el entorno y que nadie ha podido detectar o frenar a tiempo. Las cosas suceden en el mismo ambiente donde vive la menor o en otros espacios vinculados al colegio y la vida estudiantil.
Recientemente se han detectado dos casos de embarazos como consecuencia de la violencia sexual ejercida por uno de los compañeros de aula. Quizás muchos digan que fue por consentimiento o por acuerdo de ambos, esos son casos también, pero estamos hablando de hechos donde la menor acusa un acto violencia contra su voluntad, aunque no lo haya dicho oportunamente, tal vez por vergüenza, por miedo o por amenazas.
Una vez conocido el caso no siempre la escolar recibe las atenciones que el caso amerita, como la recuperación psicológica de la víctima y la necesaria evaluación médica y el respectivo seguimiento al embarazo a fin de prevenir complicaciones que pueden atentar contra la vida y la salud de la menor. El truncamiento de los estudios es de por sí mismo una situación traumática y el probable rechazo familiar.
El tema va más allá de un tema emotivo, físico o de haber decidido o no tener relaciones sexuales, o haber sido víctima de violencia sexual; el tema es cómo seguir la ruta correcta para solucionarle la vida a la escolar. Primero la denuncia por violencia sexual con la investigación respectiva, segundo la atención médica y psicológica, tercero garantizar la continuación de sus estudios, así como la identificación del agresor e investigación del caso para determinar su grado de responsabilidad. Y lo que nos seguirá preocupando es que la prevención a través de tutoría y el cuidado de los padres y madres, sigue fallando, aunque todos somos socialmente responsables.