EL PRINCIPIO DE LAS VENTAS Y LA VENTA DE LOS PRINCIPIOS.

Por: Luís  Roldán  Ríos  Córdova      rioscordova2010@hotmail.com

 

Cuando me refiero al principio de las ventas me estoy refiriendo fundamentalmente a las normas que rigen la economía, en donde están la oferta y la demanda, el crédito, los intereses, las fianzas y finanzas, la producción, el consumo, los salarios, la distribución, las utilidades, en fin. Cuando hago mención a la venta de los principios me estoy refiriendo al sometimiento de los principios ideológicos a otros dominantes, sabe Dios a qué precio.

A dónde quiero llegar. Mira, el Presidente Ollanta Humala, a quien di mi voto, como lo di a Alan García en su primer gobierno, ambos ofrecieron soluciones novedosas, duras respecto al orden establecido, valientes y aguerridos frente a la derecha tradicional y consiguieron finalmente llegar al poder vendiendo sus principios ideológicos, tomando el primero como lección al fracaso de su primer gobierno para mantener el crecimiento del país que ya venía económicamente ordenado, pero sin inclusión social y el segundo (el Presidente Ollanta) capitalizando las experiencias vividas por Alan García y su homólogo Lula Da Silva de Brasil quitándose de encima todas sus bravatas originales de lucha encarnizada que tenía sabor nacionalista y socialista.

Parangonar el mecanismo comercial con las acciones políticas del manejo  económico, tal vez se vea impertinente pero se hace justo y necesario para tratar de entender lo que ocurre entre los principios de la economía y los principios ideológicos. Cada una tiene sus leyes, pero una cosa trae la otra y es posible que se complementen en su dimensión social por cuanto todo lo hecho está sujeto a los intereses de gobierno en su manejo justo o injusto.

Ahora. ¿Está mal vender los principios ideológicos?    Veamos.

El APRA es una ideología que nunca  gobernó el país. El que gobernó  y por dos veces fue Alan García, quien sirviéndose de la esperanza del pueblo en los principios ideológicos del APRA y de ser exquisitamente locuaz llegó al poder.  De modo que su segundo gobierno logra vendiendo esos principios ideológicos, es decir, no importa lo que pienso lo que importa es lo que digo y hago si ello concuerda con los intereses de mis compradores y la aceptación de mis seguidores. No olvidemos que el APRA nace anti imperialista y muere pro imperialista, ¿O no?…

Igual ocurre, en circunstancias diferentes con Ollanta Humala que para llegar al poder, vende sus principios ideológicos, pues ahí lo tenemos hoy, sometido a los intereses de la derecha, sometido a los intereses de los inversionistas, sometido a los intereses mundiales de la globalización para quienes los pobres sólo sirven como instrumentos que usan para lograr propósitos de enriquecimiento absolutamente desmedido, leonino y destructor del medio ambiente con el aval de un gobierno debilitado por la venta de su ideología y por sus compromisos electorales concesionado a los ricos quienes entre dudas le dan la oportunidad de gobernar.

En otros tiempos se estaría hablando de traición, de inconsecuencia y quien lo haga pagaría con su muerte política. Ahora esta conducta se está  normalizando y más bien se toma para sí aquello de que sólo Dios y los estúpidos no cambian, por lo tanto como no somos Dios y tampoco queremos ser estúpidos ofertamos las ideologías al mejor postor. Claro que podemos tomarlo como una situación de evolución social camino a alguna parte, mientras tanto se dice que la venta de principios ideológicos es por el bien del país, pero, ¿Quién es el país realmente? ¿Sólo los ricos? Por eso la venta se envuelve con papel de inclusión social y se le pone el lacito de  la disminución de la pobreza extrema como una forma de estar bien con Dios  y con el Diablo, ¿verdad?

Pero, ¿qué significa inclusión social?

Creo que debe entendérselo más como una cuestión de cultura, de concepto y de sentimiento que como una cuestión de lucha ideológica que ya no funciona, ya se la vendimos; se dice que la inclusión  terminará con la exclusión de los indígenas, de los campesinos, de los más pobres y de los discapacitados  a quienes todavía vemos como cosa inútil no en su dimensión humana para combatir las desigualdades en la pirámide social en busca de una mejor calidad de vida para todos.

¿Podrá una ideología enajenada por la venta evitar que la inclusión venga con intenciones de asimilarlos únicamente como trabajadores explotables? Cosa que la ideología socialista pre venta, no hubiera permitido.

¿Qué significa combatir la pobreza extrema en una sociedad gobernada por una ideología que se ha vendido a quienes viven de los pobres? Indudablemente que para la derecha capitalista (terreno por donde generalmente andan los ricos en todo el mundo) sacar de la pobreza extrema a quienes lo sufren constituye un inmejorable éxito de gobierno. ¿Pero qué significa sacarlos de la pobreza extrema? Simplemente que tengan ingresos apenas superiores a tres soles diarios,  suficiente para sobrevivir y no morir de hambre, aunque se mueran de todo lo demás.

El problema de pobreza y pobreza extrema es mundial porque mundial es el dominio de los ricos sobre los pobres (nada nuevo) vista (aunque no siempre) la solución como el resultado de una lucha que quiere que el Estado lo asuma a fin de dar a las masas el poder adquisitivo que la voracidad de los ricos necesita. Entonces.

¿De dónde van a partir auténticas soluciones de inclusión y de pobreza extrema si no se defienden los principios ideológicos sin venderlo a los ricos?