El bosque olvidado

– (alegoría forestal)

Por: Gabel D. Sotil García

Aquel manto de infinitos tonos verdes, que se extiende interminable siguiendo el relieve de nuestro suelo, es el bosque. Es NUESTRO BOSQUE. Es este el elemento visual más impactante. Es el que nos da una personalidad biogeográfica propia dentro de nuestro país. Es, también, el que nos ha dado una personalidad sociocultural propia, definida. En verdad, hablar de la selva, ES HABLAR DEL BOSQUE. Pero, hablar del BOSQUE en la SELVA es hablar no solo de un elemento físico-geográfico: es hablar de la FUENTE, del MANANTIAL y del SOPORTE de la cultura indígena. De las culturas indígenas. En sus entrañas entrecruzan su existencia ríos, quebradas y cochas con la de una exuberante y tupida vegetación rica en variedad, rica en cantidad, que sirve de hábitat a una fauna prodigiosa, adaptada a una infinidad de ecosistemas, cuya existencia NO ES INEXORABLE. Es este el elemento omnipresente en todas las versiones particulares de la CULTURA AMAZÓNICA. Las originarias y las mestizas.
Es el BOSQUE el motivo-origen y el motivo-fin de las culturas nativas de la selva. Cada una de ellas encontró en el bosque el referente fundamental de su creación cultural. Su fauna y su flora, en toda su biodiversidad, adquirieron un significado para el hombre y la mujer de aquellas culturas. Las cochas, los truenos, las tempestades, así como sus silencios fueron procesados y transformados en contenidos culturales. La unión HOMBRE-BOSQUE adquirió así, un carácter dinámico. Ambos se influían, para el logro de su supervivencia. Se hicieron indispensables. El BOSQUE como manantial inspirador. El HOMBRE como agente creador. Y, por ello, cada una de ellas creó una serie de mitos y leyendas que sirvieron para conservarlo, protegerlo, con la mayor dedicación, por el rol tan importante que le reconocieron para la preservación biológica y social de los pueblos. Todo ello hasta que vino un nuevo hombre. Y, con él, una nueva cultura.
El siglo XVI es testigo de un cambio en el rumbo histórico en nuestra región. Un nuevo hombre recorta e impone su perfil sobre el horizonte de la cultura nativa. Porta una nueva manera de ver, de pensar, de actuar, de ser. Nuevo hombre que, apoderándose de los mecanismos de control del poder, inicia la difusión de la nueva cultura. La cultura europea, nacida en otros ámbitos, fraguada en el crisol de acontecimientos cuyo significado solo era comprensible para sus miembros, era incapaz de aceptar el BOSQUE en su dimensión original. CARECÍA DE IDONEIDAD PARA CAPTAR EL SIGNIFICADO QUE TUVO EL BOSQUE PARA LAS CULTURAS NATIVAS. El divorcio era inevitable. La tragedia, inexorable. Comenzó el enfrentamiento. De ser morada celeste de dioses protectores, el BOSQUE pasó a ser una prosaica fuente de recursos naturales. Los mitos protectores fueron destruidos y, en su reemplazo, otros fueron construidos. La “DESPENSA INAGOTABLE” llenó las mentes de nuevas generaciones. El “DESPOBLAMIENTO DE LA SELVA” se impuso como creencia y fuente de decisiones políticas. La “INFERIORIDAD DE LOS PUEBLOS NATIVOS” se abrió paso dejando una trocha por donde huían y se esfumaban sus logros culturales. El mundo indígena, organizado desde sus propias perspectivas, se fue destruyendo en la FOGATA DE LA AMBICIONES MERCANTILISTAS que se prendió para alimentar la VORACIDAD DE UNA CULTURA QUE NO RESPETABA DIOSES AJENOS; que CONVERTÍA EN VIL METAL TODO CUANTO TOCABA. La subcultura del conquistador que llegó a la selva y trató de destruir en pocos siglos lo que había costado milenios construir. En dicho contexto cultural, la ESCUELA, agente dinamizador de una concepción educacional que, a su vez, expresaba todo el summum ideológico de la cultura alienígena, entra en acción para consolidarla, para hacerla perdurable, para garantizar su difusión.
Como no podía ser de otra manera, las nuevas generaciones que llegaban a su seno aprendían a ser aspirantes idealistas a vivir en un mundo mejor, lejos del BOSQUE. Todo cuanto hubiera sido amado y respetado por los pueblos nativos no merecía seguir siendo respetado y amado. Como por arte de magia el BOSQUE desapareció de sus mentes y, en ese espacio, se construyó un mundo irreal, fantasioso, ficticio pero que, sin embargo, era el referente actitudinal de los niños y jóvenes que aspiraban a vivir en un mundo SIN BOSQUE.
La orden tajante de no hablar jamás del BOSQUE, se cumplía a plenitud. Quien hablara del BOSQUE, era condenado al rincón de las notas de oprobio. Quien refiriera el nombre de un ave, un pez del BOSQUE, era mirado con desprecio. Quien, en fin, se acordara del BOSQUE, no merecía ser llamado CULTO.
Mientras los nativos corrían espantados a las entrañas del BOSQUE, como en un instintivo y final recurso de defensa de sus vidas; mientras los árboles sentían en sus cuerpos hendirse extraños artificios o caían al compás de golpes de hacha u otros instrumentos mecánicos; mientras el paroxismo mercantilista llegaba a su clímax, la ESCUELA resplandecía de pureza, deslumbrando a las ingenuas mentes infantiles que creían ver en ella la nave sideral que las llevaría a otros mundos de felicidad, lejos del BOSQUE. Pero en sus aulas, nada del BOSQUE. La flora, la fauna, el paisaje geográfico de los que se rodeó y que alagaban sus entrañas eran exóticos, pertenecían a otros mundos, a otras realidades. Los libros que en ella circulaban, los cuentos, las poesías y toda cuanta vía e instrumento era capaz de ser usado en su intimidad IGNORABA AL BOSQUE. Su mensaje telúrico jamás pudo cubrirla. En esa exótica placenta pedagógica se formaban niños y jóvenes ignorantes y despectivos frente al BOSQUE. Allí se nutrían de valores y actitudes de NEGACIÓN DEL BOSQUE. Las décadas pasaron. Igual, las instituciones y personajes. Nuevos intereses mercantilistas impulsaron a los hombres a extraer, exportar y depredar. Nuevas expoliaciones, nuevos arrebatos contra el hombre nativo, aunque de distintas formas. El pedestal del altar en que veneraba al BOSQUE siguió siendo destruido; pero, aun así siguió AMÁNDOLO.
Sin embargo, la ESCUELA seguía mirando al infinito aunque sus pies se posaran en bajiales, tahuampas y restingas. Así, hasta hoy. SI HAY ALGO MÁS LEJANO DE LA ESCUELA, ESO ES EL BOSQUE.