DE RUIDOS Y ANIMALES

Por: José Álvarez Alonso

 

No, no estoy hablando de esos animales que producen ruidos excesivos montados en sus vehículos ruidosos. Estoy hablando de animales decentes, los animales «civilizados» de que habla la canción de Roberto Carlos («yo quisiera ser civilizado como los animales»), que no suelen hacer daño a nadie. Hace unos días estaba visitando la Reserva Nacional Allpahuayo-Mishana con unos investigadores extranjeros. Nos encontrábamos en medio del bosque como a unos 500 metros de la carretera Iquitos-Nauta, pero se oía perfectamente el estruendo del tubo de escape cuando pasaba un motocarro o una moto sin silenciador; tanto, que molestaba al oído. Los investigadores protestaron, molestos, y se preguntaron: ¿cómo es posible que se permita ese atentado contra la naturaleza, contra el ambiente y contra la tranquilidad pública? ¿Cómo es posible que se dañe tan impunemente a los animales silvestres en una reserva? Les informé que, efectivamente, desde hace años se ha notado un descenso en el número de animales en las zonas más cercanas a la carretera Iquitos – Nauta, y no se descarta que el ruido infernal producido por algunos vehículos sin silenciador esté entre las causas.

 

Ciertamente, es increíble: cuando uno sale a la pista de la carretera puede escuchar perfectamente a un motocarro o moto sin silenciador a una distancia de hasta un km., si está en una parte alta y el vehículo circula a toda velocidad, como es habitual. Si las vibraciones llegan a esa distancia con nitidez, y todavía provocan serias molestias, imaginémonos el efecto deletéreo que tendrán en el sistema nervioso, circulatorio y reproductivo de quienes están sentados apenas a medio metro de distancia del aparato productor de tal estruendo. No me puedo imaginar cómo quedan esos atributos de masculinidad -tan caros para los machitos- luego de varias horas diarias sentados en esas máquinas productoras de vibraciones de onda larga.

 

Desde hace mucho se conoce del efecto dañino de los ruidos excesivos en los animales, tanto domésticos como silvestres. Por ejemplo, el ruido excesivo disminuye la productividad y la calidad en animales de granja: los animales tienen menor ganancia en peso (por problemas intestinales, circulatorios, nerviosos, etc.), su carne es más dura y de peor calidad… Las vacas dan menos leche y las gallinas ponen menos huevos, y de peor calidad. Así mismo, los animales sometidos a ruidos molestos tienen mayor probabilidad de producir fetos con malformaciones y son más susceptibles a sufrir infecciones virales,  incluyendo colitis, y a padecer úlceras. También los animales sufren mayor mortalidad: animales de laboratorio expuestos a ruidos de más de 110 decibelios (en calles transitadas de Iquitos se supera a veces los 115 db) aparece y crece el cáncer con mayor rapidez.

 

El ruido excesivo provoca también mayor frecuencia de accidentes con animales domésticos (por ataques a humanos, o porque pierden el control, en el caso de animales de carga). Los animales sometidos a ruidos suelen tener mayor agresividad hacia las personas, e incluso hacia sus propias crías. Los ruidos también provocan alteración del comportamiento en ciertos animales silvestres: por ejemplo, afectan negativamente el comportamiento de nidificación de las aves, provocan la alteración de las rutas de emigración y el desplazamiento de sus hábitats a otros menos apropiados.

 

Si todo esto provoca el ruido en los animales, finalmente seres instintivos, imaginémonos qué provoca en las personas, con un sistema nervioso mucho más complejo y delicado, especialmente en las sometidas durante muchas horas al día a ruidos molestos; hay que tener en cuenta que los ruidos molestos intermitentes, como los que produce el paso eventual de vehículos sin silenciador en Iquitos y alrededores, son los más molestos y dañinos para el ser humano y los animales.

 

Ahora bien, a orillas de la carretera Iquitos – Nauta no sólo está la reserva nacional Allpahuayo – Mishana, sino decenas de recreos y lugares de descanso de muchos iquiteños, así como decenas de granjas de pollos y chanchos. La gran pregunta es: ¿Por qué la gente no protesta? ¿Por qué sólo el puñado de ciudadanos voluntarios integrantes del «Comité Cívico Todos Contra el Ruido» son los únicos que levantan la voz contra estos abusos? Me pregunto si no les preocupa el rendimiento de sus negocios a estos empresarios, ni la tranquilidad a los que van a la carretera a buscar un momento de descanso con la familia. No me cabe ninguna duda que las granjas cerca de la carretera tienen menos productividad, los animales son más propensos a enfermedades, y la carne de sus pollos o chanchos es peor que las que están en lugares apartados y tranquilos.

 

Y la otra gran pregunta es: ¿Dónde están las autoridades, la Policía de Carreteras, el Ministerio de Transportes, que impulsan la campaña «tolerancia cero» para los vehículos sin papeles (lo cual está muy bien) y practican la tolerancia total para quienes violan la ley metiendo ruidos molestos? ¿Dónde está la Fiscalía? Porque cada vez que un motocarrista o motorista ruidoso se pasea impunemente por la carretera a toda velocidad, y cada vez que a un motocarro recién salido de la tienda le «echan hueco» y le sacan el silenciador, se están orinando encima de alguien: se orinan en la autoridad de la Policía de Carreteras, de la Fiscalía de Prevención del Delito, de la Fiscalía Ambiental, y de la Municipalidad Provincial de Maynas y sus funcionarios (Serenazgo, Gerencia de Tránsito, Subgerencia de Salud Ambiental). Mientras unos indeseables destruyen la tranquilidad pública y agreden al ambiente, violando una serie de normas y leyes (hoy día superar los máximos permisibles de ruido es un delito, por si acaso), los responsables de hacer cumplir la ley se dedican a su deporte favorito, según mi amigo Altuco: rascamiento de bolas…

Un comentario sobre “DE RUIDOS Y ANIMALES

  1. Aprecio su preocupación constante por estos problemas permanentes, tan faciles de corregir si hubiera el mínimo interes y esfuerzo de las autoridades en cumplir con la obligación que tienen para hacer de nuestra ciudad un lugar menos caotico (trafico + ruido infernal). ¿Tan dificil es hacer que los conductores cumplan con lo establecido en las normas de transito?, me parece que NO; esto es consecuencia de la indiferencia de Alcaldes, Policias, Ministerio Público y tambien de nosotros los ciudadanos que utilizamos vehiculos con escape libre indiferentes; con solo hacer que los usuarios no tomemos los servicios de un vehiculo ruidoso ya contribuiriamos en algo a corregir este entre tantos otros problemas que aquejan a nuestra ciudad-jungla.

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