Cuatro cuartones

El cuidado del bosque sigue teniendo sus riesgos, sobre todo para quienes desempeñan la función de guardaparques. Así lo reconfirma lo ocurrido en el Área de Conservación Regional Cordillera Escalera, donde fue intervenido con cuatro cuartones de la especie maderable cedro rosado, Miguel Flores Ramos, quien agredió al guardaparques Jorge Luis Vela Saavedra, ocasionándole una herida cortante en la frente.

Esto es solo una muestra de lo duro que significa para muchos habitantes dentro o fuera de las áreas de reserva, porque viven de los recursos que se encuentran en la espesura del bosque y que por la condición de conservación ya no pueden usar esos productos que durante años han sido sus fuentes de sobrevivencia y pequeños comercios (trabajo).

Pero, los que se encuentran en las áreas de conservación distantes a Iquitos, no tienen la ventaja, por ejemplo, como con los que infringieron el reglamento de conservación en la reserva del Allpahuayo Mishana y estaban cortando un par de árboles. Recordemos que fueron denunciados, ingresados al penal, pero tras una campaña pública fueron puestos en libertad.

El ciudadano Miguel Flores será denunciado por “cuatro cuartones”, cuando sabemos que en diversos lugares sacan mucho más y no pasa nada. Bueno, tuvo la mala suerte de encontrarse en el camino con el guardaparque, que nada justifica la agresión que sufrió.

Lo que estamos pensando es que podrían repetirse episodios violentos como lo que ocurrió en la Reserva Nacional Pacaya Samiria, cuando de pronto los habitantes de las poblaciones que quedaron dentro del área no podían cortar un árbol para reforzar o construir sus viviendas, de pronto el pescado y otras especies les eran prohibido tocar.

Tuvo que ocurrir enfrentamientos violentos, hasta que le costó la vida a varios guardaparques, para que se organizara internamente a los pobladores, los capacitaran, sensibilizaran, y les enseñaran las nuevas formas de obtener los recursos de forma sostenida para autoconsumo, para reproducción y para comercialización. Claro que todavía hay infractores, pero disminuyó bastante.

Se espera que los responsables de estas concesiones para conservación apuren socializar modelos similares a la experiencia del Pacaya Samiria, y dejen de estar exponiendo a los guardaparques a enfrentamientos que podrían ser fatales. Dicho sea de paso, otro tema es esto de que las concesiones esconderían la intención del negocio de los servicios ambientales, que beneficiará a gente que no vive en el bosque.