Cementerio histórico de los Huitoto Muruy en Picuro Yacu

Por: Rulfer Vicente Huamani
E-mail: rulfer_v@hotmail.com

 

En el vaivén de las esperanzas y preocupaciones de las autoridades del caserío de Picuro Yacu por preservar la integridad territorial del cementerio, han aflorado contrariedades personales y colectivas; en ese sentido, prácticamente se ven envueltos en disputas innecesarias, lamentablemente, con amparo y por la desidia de algunas autoridades y funcionarios de la Dirección Regional Agraria de Loreto, responsables del saneamiento físico y legal de predios rurales, quienes transgrediendo los procedimientos técnicos legales en el año 2013, increíblemente, adjudicaron el área total del cementerio del caserío de Picuro Yacu, como propiedad privada en favor de la familia Vega Ramírez. Sea cual fuere en realidad los beneficios, debe primar el bien común y el respeto a las “almas” de los Huitoto Muruy que yacen sepultados en el cementerio. Precisamente, esta perniciosa titulación revela impericia y desprecio a los derechos territoriales de las comunidades nativas o mestizas, siempre excluidas de las grandes decisiones políticas.
El cementerio del caserío Picuro Yacu, es un “cementerio rural espontáneo” que preexiste con naturalidad sin cumplir las exigencias técnicas propias de un cementerio moderno, sin la magnificencia de los grandes cementerios de las ciudades. A pesar de los años y las condiciones climáticas, aún subsisten evidencias de sepulturas de los años 1965. Pocas familias dispusieron encumbrar cruces de metal con epígrafes en placas de bronce; otro detalle es la repartida rústica de hileras de botellas de vidrio de los años 1960 y 1970, que delimitan el entorno de las sepulturas, una tradición de los pueblos mestizos amazónicos.
Los testimonios orales recopilados en Picuro Yacu, admiten que, en el cementerio están sepultados los antecesores de los Armas, Pérez, Villalaz, Ramírez, Ruiz, familias autoproclamadas Huitoto Muruy, aunque ninguno de los apellidos referidos representa a la familia lingüística huitoto (murui-muinan? y ocaina) o a una de las catorce (14) lenguas originarias del departamento de Loreto. No obstante, los Toyra, Manihuari, Sofirama, Minuto, Grusa, Chota, Yahuarcani, Fenani, Sahuarico, Llebrana, Peregrino y entre otros, con probidad son Huitoto Muruy, quienes atestiguan que en el cementerio reposan los restos mortales de sus ancestros, que escaparon del Putumayo en 1933.

CASERÍO DE PICURO YACU

Picuro Yacu, políticamente se ubica en el distrito de Punchana, provincia de Maynas, departamento de Loreto, geográficamente se emplaza en la margen izquierda del río Amazonas Km. 6.5 carretera Bellavista-Mazán, con una población aproximada de 1,240 habitantes que constituyen 480 familias, descendientes de los Huitoto Muruy, Yagua, Quichua y mestizos de distinta procedencia emparentados entre sí.
Establecida como caserío el 2 de mayo de 1935, por 28 familias Huitoto Muruy procedentes de El Encanto, río Ullkue del lado colombiano, hoy denominada Caraparaná afluente del río Putumayo, huyendo del terror de las correrías, esclavitud, desplazamientos, tortura, violación, asesinatos, hambre, enfermedades y desarticulación social. En una fecha no registrada del año 1933, las 28 familias Huitoto Muruy, inician un largo y penoso recorrido de más 100 km., desde el Putumayo, en dirección suroeste, por la llanura montañosa de los ríos Enê y Algodón, logrando arribar al río Napo y asentarse en Inayuga (hoy Fortaleza); por asuntos de pertenencia territorial, los Huitoto Muruy reanudan su itinerario en la búsqueda de nuevas perspectivas de subsistencia y se integran en la comunidad de Negro Urcu, luego en Sara Isla, de allí emigran hacia el Ampiyacu muy cerca de Pebas al sector de Puca Urquillo (hoy llamado Huitotos de Pucaurquillo, se distinguen de los Boras de Pucaurquillo), otros permanecieron en Estirón (hoy comunidad Huitotos de Estirón), luego de una permanencia dificultosa, abandonan el Ampiyacu, para dirigirse aguas arriba navegando el río Amazonas hasta la quebrada Sinchicuy, allí permanecieron por un tiempo, luego se establecieron en Centro Arenal y finalmente tras dos años de peregrinaje, el 2 de Mayo de 1935 fundan el caserío de Picuro Yacu (testimonio de Mariano Arévalo Sánchez). Otro dato a considerar es la probabilidad del establecimiento en las periferias del actual Picuro Yacu, de familias Kukama y Omagua antes de la llegada de los disidentes Huitoto Muruy.
Aunque, los datos son discordantes con la bibliografía existente, no hay información del traslado masivo antes de los años 1924 de los pueblos Huitoto, Bora, Ocaina, Resígaro y Andoke a otra región de la Amazonía peruana. Es posible que después de 1924, desistiendo coexistir con los Bora en las marginales del río Ampiyaku, algunas familias Huitoto Muruy continuaran su travesía por el río Amazonas aguas arriba y asentarse en la ciudad de Iquitos, otros insertándose en asentamientos humanos ya existentes como pongos o mitayos, o simplemente posesionándose en las tierras de montaña libres, sin establecer un centro urbano, concretamente, en la margen izquierda del río Nanay, Momón y Amazonas, colindantes a las posesiones de los caucheros y colonos mestizos asentadas desde décadas antes de la parcelación de 1916.
Con la recopilación de testimonios escritos y orales, el registro de los sepulcros, cruces y lápidas, la observación de las diferentes capas de tierra removida en su orden secuencial en toda la extensión del cementerio, se legitima su trascendencia histórica. Es probable que antes de la parcelación de 1916, se realizaran los primeros entierros en medio de arboledas en el área del actual cementerio, con lo cual se concluye que el cementerio de Picuro Yacu se estableció hace un poco más de 100 años. Es conveniente que, esta trascendencia histórica se considere de interés público, para concientizar a las autoridades y la población en general que, basándose en el diálogo y la reflexión, se atrevan en su salvaguarda y revalorización, desterrando los cálculos territoriales de terceras personas que han disipado su condición de espacio público, sin considerar su legalidad ancestral.