Así es la vida

Por Rafael Saavedra Perea (*)

Corría la década del año treinta, del siglo pasado, los campos de España se cubrieron de sangre fraterna, los naranjos, los limoneros, los verdes olivares se cubrieron con el rojo escarlata que se derramaba por las venas abiertas de los milicianos republicanos y falangistas. César Vallejo en su poemario publicado hacia finales de 1937, España, aparta de mí este cáliz, en medio del fragor de la guerra, de la lucha fratricida, de la barbarie desatada brindó un canto de amor a los desheredados, a las víctimas de las injusticias y que con suma nitidez los refleja en el Poema I:

¡Constructores

Agrícolas, civiles y guerreros,

de la activa, hormigueante eternidad; estaba escrito

que vosotros haríais la luz, entornando

con la muerte vuestros ojos;

que,  a la caída cruel de vuestras bocas,

vendrá en siete bandejas la abundancia, todo

en el mundo será de oro súbito

y el oro,

fabulosos mendigos de vuestra propia secreción de sangre,

y el oro mismo será entonces de oro!

Esos nefastos episodios tuvieron lugar en el período de vigencia de la Segunda República Española, que desde su instauración desencadenó el desborde de pasiones que condujeron al Golpe de Estado del 17 de julio de 1936 y que concluyó el primero de abril de 1939, con el triunfo de la Falange.

La difícil situación se acrecentó con la Gran Depresión Económica que afectó a la economía mundial, destrozando la débil economía española, trayendo consigo la agudización de las desigualdades, que precipitaron el enfrentamiento entre trabajadores, militares, anarquistas; creando un malestar general en una sociedad mayoritariamente rural.

Los odios prosperaron en las mentes influenciados por las discrepancias ideológicas; los asesinatos y desapariciones se convirtieron en cosa cotidiana; dando paso a la lucha armada entre bandos con el apoyo militar de los países europeos y de otros países del mundo que se alinearon con cada uno de los bandos. En ese desolador panorama la Iglesia Católica fue duramente golpeada, fueron asesinados miles de sacerdotes y destruidas muchas iglesias, debido a que ésta se había aliado con la derecha conservadora. No obstante, la iglesia, en los momentos más duros de la debacle económica se convirtió en el refugio y consuelo de los niños desamparados que en ella menguaron su hambre y recibieron protección y amparo. Esta es una de las explicaciones, del porqué en España prosperaron tantas vocaciones; las suficientes como para cubrir casi la totalidad de las iglesias del nuevo mundo; por eso es que en el pasado hemos visto tantos curas españoles. A eso se debe que, sobre todo en nuestro medio, a todo aquel que se expresa en el hablar, con el acento español, los llamamos sin más que más «sachacuras», sin que esto sea un calificativo despectivo. Todos ellos siempre fueron bienvenidos y tratados con mucho afecto; este aserto vale para todos aquellos que sin haber nacido en esta tierra, se integraron a nuestra sociedad, dinamizándola y enriqueciéndola. En el caso mío siempre reconozco la tesonera labor formativa que me departieron los sacerdotes españoles del Colegio de Requena y en mi periplo por Valencia en la década del sesenta pude compartir con mis familiares la dura vida por la sobrevivencia en esa España que aún convalecía de los estragos de esa infausta guerra civil. Pobreza pero con fortaleza moral; así que por ahí no va cualquier calificativo xenofóbico, que a alguien se le pueda ocurrir endosarme.

Pero lo que sí me parece de muy mal gusto es que algunos avenidos, se revistan de ese inexplicable carácter egoísta y de un insulso complejo de superioridad, menguando el ejercicio de la humildad, que hace  perder la capacidad para alcanzar la superación personal, es decir ser más humanos, más personas. Nacionalizados o no, están moralmente obligados a guardar un mínimo de ubicación contextual en el grupo social que los acoge y al pretender ubicarse sobre él presentan una peligrosa y ambivalente oscilación en su identidad que les impide hacer distingos entre la realidad y la fantasía; convirtiéndose, sin querer  o queriendo, en incentivadores de enconos. Por lo que considero pertinente, en aras de continuar con el esfuerzo solidario de construir una sociedad donde impere la cultura de paz, por respeto al pueblo ajeno que lo adoptó, es prudente no incitar la violencia cultural, tan cercana a la violencia emocional, cuyo ejemplo lo encontramos en nuestros días, cuando el acogido incita a los electores a rechazar abiertamente a determinado candidato; así no es la cosa amigo. Es hora de releer a Vallejo, que en el momento de la dura prueba, en un país ajeno y distante, venciendo las inmediateces, supo ofrendar su canto a la esperanza, a la unión de los pueblos, al respeto a los que han abrazado la lucha por las causas justas. Aunque en tu caso eso sea un pedir peras al olmo.

Prof. Rafael Saavedra Perea

Condecorado con las Palmas Magisteriales del Perú en el Grado de Educador (*)

2 comentarios en “Así es la vida

  1. Profe Saavedra lambiscón. Necesitas una peruana para que le diga a Chaluco que es un tremendo Baboso???, Asesino en serie de árboles «Ecocida» a mi me tienes como peruana y te aseguro que en las próximas elecciones del 3 de octubre el pueblo le va a enrostrar sus errores no votando por él y sus sobones. Así que no te aúpes en la magnificencia de Vallejo para justificar a tu DIOS.

Los comentarios están cerrados.